Hoy quiero ser Miguel, tener un rebaño y escribir asistido por los dioses.
Pocas veces una pluma escribió de manera tan soberbia y pocas veces al
abrir un libro, tanto me pude emocionar; que preciado don volcaron sobre
ti los astros el día de tu alumbramiento y que bestial manera de emocionar
tienen tus palabras. Que cruel es la vida a veces, que como una guadaña
siega la hierba antes de tiempo. Tuviste amada y descendencia y para tu hijo
escribiste nanas, nanas que en la distancia le adormecían y nanas que te
perforaban el alma. La alondra de tu casa ríe y dos jazmines perfuman su
vida y tu allí lejos, tu en tu celda gris y fría, ella ríe en su risa a ti te salva.
Fuiste trigo y cebada, la cosecha inacabada, fuiste pan y alimento y acabaste
en nuestros cuerpos.
MIGUEL al nacer te llamaron, MIGUEL te llamabas al marcharte
mi alma henchida me confiesa que le gusta tu nombre y yo asiento sin dudar.
Tus palabras fueron y son corceles que galopan sin descanso con destino:
LIBERTAD!