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Musica.

27 de julio de 2019

PACHI, IS IN THA HOUSE

Paz llegó a la ciudad una calurosa tarde de julio, y con ella trajo alegría, entusiasmo, y unas cuantas sugerencias musicales Traía puestas sus viejas Vans gastadas y dos mochilas a cuestas. Fuimos a su encuentro cuando bajó del bus vetusto que mojaba a los pasajeros con su aire acondicionado trucho  y defectuoso. Ya ves, que hasta en el viejo continente, a veces, todo es una garcha. Subimos al coche, dos paradas de rigor para comprar agua mineral y helados y 25 km por delante rumbo a casa. Y una vez en el pueblo, anécdotas, intercambio de regalos y a zampar alfajores de los buenos. La huésped pidió por favor, el derecho a una siesta necesaria y reparadora y nosotros, como buenos anfitriones correspondidos a su petición, durmiendo dos horas, para hacerle el aguante. A las ocho de la tarde, un WhatsApp inoportuno despierta a la bella durmiente y en el patio trasero, le esperan unas cuantas frambuesas ecológicas en un cuenco de acero inoxidable, que yo misma le he recogido mientras dormía. Paz es vegetariana y yo intento complacer sus preferencias culinarias como puedo, pero lo que si es una evidencia, es que hay conexión desde el minuto  cero. Comparto su visión y su decisión de no comer cadáveres. Pero aún tengo que evolucionar, hacia lugares más amables. Y en ese proceso ando. Ya de noche,  Paz, saca su iPod y en un toque, localiza la Osa mayor. Está encantada con la escasa contaminación lumínica y disfruta del espectáculo. Dante se le acopla unos minutos después y nace la buena onda. A Hernán le cuesta más interactuar, pero está  contento de tenerla en casa. Yo riego las hortensias bajo un manto de estrellas, mientras me tomo un polo de frutilla y soy feliz porque es verano, y por poder disfrutar de esos instantes perfectos. Al día siguiente, para el desayuno, zumo de naranja, tostadas con mermeladas caseras y vegetales en la mesa para comer. Por la tarde, y tras la siesta, salimos a enseñarle el Bierzo. Visita fugaz a una casona rústica y famosa de la comarca, (A Tope!) cenamos pizzas en un marroquí y despedimos la noche con helados junto a un castillo templario. La gente se pasea disfrazada, nosotros sonreimos cómplices, ante aquella alegría estival y la vida pasa fugaz como un sutil roce de manos.
Una tobillera rosada adorna ahora, el tobillo de la chica de amplia sonrisa, una artesana se la ha colocado en el pie. La tormenta que amenazaba hace un rato, ya es historia, y de noche devoramos los kilómetros negros por la oscura autovía comarcal. Yo me acuesto, porque el lobo acecha, pero la juventud se monta su particular fiesta nocturna, en torno a una mesa enana de teka que sostiene unas cuantas birras con limón. Creo intuir que son las cuatro de la madrugada, cuando deciden dar tregua al diálogo y a las confesiones e irse a la cama. Creo que ha sido un día bonito. El sábado, fue más rústico, y creo que Paz, estará de acuerdo conmigo. Un gato negro pequeño y escurridizo, y niños por doquier, nos hacen añorar el silencio, por un escaso espacio de tiempo. Comentamos las escenas y nos confesamos algunas cosas camino de la ciudad, a la que acudimos, con la intención de entregarnos al consumismo. Tiro por la culata! porque solo volvemos con una camiseta gris, unos vaqueros y unas zapas surferas para Txema. Se acerca el fin del trayecto berciano, y una fina capa de tristeza cubre mi jornada dominical, vuelvo a quedarme sola entre mis hombres y sé que echaré de menos esa compañía cómplice femenina. El tiempo vuela entre preparar equipajes, y mi poca pericia con la ropa lavada de la invitada. Te debo un par de calcetines, pequeña!  Despedida, abrazo a los chavales y nos vamos a la estación de buses again. Silencio de camino, que solo se ve interrumpido por el sonido de el Hammond, que escupen los altavoces. Calor y espera en un domingo desierto, junto a la dársena cinco. Me asombra que recuerde el número de la dársena, pero que sin embargo, olvide tomar mis medicinas. La mente es caprichosa a veces. Preguntamos al conductor por qué lado ubicamos el equipaje y nos abrazamos. Ella agradece la hospitalidad y abraza de corazón. Yo escondo una lágrima reprimida, mirando a la perra marrón que está junto a nosotros. Paz sube y nos quedamos parados junto a las puertas automáticas para verla partir. Hemos prometido cuidarla como si fuera nuestra hija, pero esa promesa sobra, porque íbamos a hacerlo de todas formas. Arranca el transporte y nuestras manos se adivinan tras un cristal ahumado y oscuro. Mi mente repite un mantra de buena voluntad que reza: Buen viaje. Cuídate mucho! Y mientras veo alejarse el micro, miro mis All Star azules y agradezco haber podido disfrutar de su compañía esos tres días. Greta Van Fleet ha sido el puto descubrimiento y la gran revelación de este año, y cada vez que suene una canción de ellos por el globo, me acordaré de vos Paz, alias Pocahontas trotamundos, que camina descalza por un tiempo, que se te antoja, demasiado pequeño y que quieres, y seguro vas a estrujar.
Absorbe lo mejor del universo y devuelvelo mejorado. Estoy segura de que sabrás hacerlo.
Hasta pronto!
(Chasquido de dedos, for ever) ;)

6 de julio de 2019

Fuga

Por las arterias de la ciudad
circulamos en viajes anodinos
Intentando fugas redentoras
Rodando para no sucumbir


No mas TRAGEDIA, rezan los muros
De una ciudad en penumbra


Buscamos todas las palabras
que se escapan entre los dedos
Los sueños rotos, la vida extraviada


Volveremos a vestirnos por las mañanas
tomaremos café con prisa y saldremos
a la calle a cumplir con rutinas demoledoras
a fingir que tenemos planes y un rumbo fijo

Y el Oscar es para ese puñado gordo de almas
que se arrastran desteñidas y agotadas
en busca de una micra de felicidad.


Será la lluvia, quién finalmente nos redima
la que lave nuestras manchas camufladas
la brújula que nos marque el norte
La salvación entre comillas...