Tengo un yugo en la garganta y soy represora de mis propias lágrimas, que pelean por brotar sin descanso.
Quiero sur. Quiero mar. Parecerme a un artesano literario decente, y hay esmero en mi intención. Las notas musicales me balancean y hago el amor con la noche. Cruzo palabras con amigos y miradas furtivas con barbudos de juventud indecente. Acaricio páginas que me inundan y que caminan como caracoles sobre baldosas amarillas.
Estoy escribiendo salmos con mis miedos que nunca aparecerán en ninguna biblia. Hay cierta vileza que nunca deja de atacar. Hay tentaciones muy hijas de puta y mantengo con ellas autenticas batallas de las que rara vez salgo vencedora. Lienzos de encaje fino y humos sucios. Nadie sabe que la inocencia no es tan blanca como predican por las calles atestadas. Redundo en mis obsesiones pasajeras desafiando la lógica previsible. Obtengo a veces algo parecido a un resultado ganador, pero nunca es suficiente ni se acerca a la perfección. Entonces prosigo mi búsqueda a lomos de dromedarios perezosos que me retrasan y me aburren en un desierto lleno de oasis y canciones que suenan demasiado bajo, para mis oídos viciosos.
Estoy escribiendo salmos con mis miedos que nunca aparecerán en ninguna biblia. Hay cierta vileza que nunca deja de atacar. Hay tentaciones muy hijas de puta y mantengo con ellas autenticas batallas de las que rara vez salgo vencedora. Lienzos de encaje fino y humos sucios. Nadie sabe que la inocencia no es tan blanca como predican por las calles atestadas. Redundo en mis obsesiones pasajeras desafiando la lógica previsible. Obtengo a veces algo parecido a un resultado ganador, pero nunca es suficiente ni se acerca a la perfección. Entonces prosigo mi búsqueda a lomos de dromedarios perezosos que me retrasan y me aburren en un desierto lleno de oasis y canciones que suenan demasiado bajo, para mis oídos viciosos.
