Le hice una tarta de cumpleaños, la decoré con flores y mariposas de azúcar y se la llevé a casa.
Era septiembre.
Me la devolvió alegando que no podía comer cosas grasas.
Le dije: - Es de piña!..
Lo que ignoraba, es que yo sabía, que un rato antes se había comido medio solomillo de cerdo.
La tarta era de piña...
De piña.