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Musica.

24 de agosto de 2022

VESTIGIOS DE UNA TARDE DE VERANO.

El verano debería perpetuarse. Las cosas mas hermosas acontecen en esta parcela del año y yo como Ícaro, atraído por el sol, soy la polilla que vuela por el aire en busca de instantes que merecen ser contados. Tarde estival en la plaza, el calor es protagonista indiscutible, y sin quererlo, la vida me regala instantes que luego, iré hilvanando hasta construir una historia . Un escenario, un técnico de sonido que fuma mucho y que sospecho, ama a Queen, una barra de bar demasiado austera, dos o tres tómbolas, un carrito de comida chatarra y de fondo, un convento precioso, con monjas como huéspedes, que conducen automóviles de varias plazas, y practican la pastelería. Por las calles, paganos, gente disfrazada de cualquier cosa, adora a un tonel que con los años se convirtió en buey y que regala vino por el morro y por su miembro, y embriagados por el alcohol y el desenfreno, van camino a la verbena. Entre tanto, me fijo en dos mujeres francesas, abuela y nieta seguramente. Llegan cuando se ha escondido el sol, y me conmueve ver a la joven coger con cuidado de las manos a la señora de pantorrillas gruesas, le sonríe sin descanso y la hace danzar canciones modernas que la anciana ejecuta con destreza y maestría. Es hermosa esa conexión atemporal que provoca el amor. Luego, se sientan en un banco y sigue la vida. Todos esperamos, es la acción principal de la existencia. Y de repente veo a un chaval de pelo rizado y uñas pintadas de negro, arrodillado en las alturas, ha hincado las rodillas para rezar al dios escenario. Todos tenemos fe y a nuestra manera, la manifestamos. En su suplica, quizá implora que la voz no le falle, que la gente disfrute o que este viaje no se acabe nunca. En cualquier caso, me emociono y me uno a su ruego. Son nuestras ramas y al final, queremos para ellos, el mejor riego que el río, pueda ofrecerles. Esas ramas conforman Mösz, un árbol mágico con cuatro ramas centrales, una de ellas, mas pequeña que las otras tres, pero no menos importante, porque es la que sostiene el peso, cuando la grande falla. Y casi siempre ocurre el milagro, las piezas del engranaje encajan a la perfección, no pasa entre ellas ni un haz de luz, y es entonces cuando surge el hechizo. Atrás quedan las diferencias, las grietas y el posible hastío. Y es ahí cuando una voz rota, te rasguña el corazón, un bajo ronco y metálico improvisa, y unos platillos dorados danzan endemoniados. Mientras tanto, el ritual sigue intacto, una canción dedicada al amor de tu vida, y una mirada de ángel que corresponde con una tímida sonrisa desde abajo. Una relación que se va construyendo de a poco y que nos va convirtiendo en algo parecido a una familia disfuncional y no sanguínea. Ojalá poder prolongar instantes, pero la realidad es tirana y nos empuja a avanzar hacia un mundo voraz, que se aleja continuamente de la utopía. Mientras tanto, yo voy a practicar la resistencia y desde mi trinchera, seguiré construyendo historias que me recuerden que hubo instantes hermosos en nuestras vidas, y que pudimos presenciarlos. Larga vida a los corazones que se permiten palpitar...