Los enfermos del alma tenemos heridas
que nunca acabarán de cerrar, heridas que no mitigan
ni el amor, ni la paz, ni el descanso.
Hemos sido víctimas del desamparo y del olvido
y fingimos con éxito a veces, una normalidad nunca
del todo genuina.
Amamantados con leche envenenada, nos criaron los
huesos, pero no supieron dar sustento a nuestros corazones
que huérfanos, deambulan por el mundo en búsquedas
desesperadas. Hay muerte en todas partes, pero todos quieren
olvidarse de ella. Fumamos, bebemos y brindamos a lo absurdo
autoengañándonos de que existe un sentido en las cosas.
No es cierto.
La burla y el desapego es la única salida.
Somos polvo y como tal, un soplido débil puede
devolvernos a la nada.
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Musica.
25 de julio de 2013
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