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13 de febrero de 2012

MORIR DE AMOR.

"Podría morirme de amor" te dije anoche después de cenar, mientras el telediario contaba las mentiras de todos los días. Me miraste con miedo, pero entendiste a la primera lo que quería decirte. Somos almas gemelas en distintos universos. Telepatía cósmica. Tal vez fuera el efecto del vino (made in home) o la sobredosis de  bienestar emocional que he experimentado  estos días, en cualquier caso, no resulta difícil morir de amor en un mundo de plástico, es casi un acto heroico, una elección suicida que no tendrá recompensa mas allá de la fortuna que acumulará mi corazón pornográfico.
No me asusta el caos ni el vacío que deja cuando asoma la madrugada, no me importa el mal aliento ni las colillas por el suelo si la noche
anterior estalló la alegría y paseó el deseo disfrazado. La vida misma viaja en furgoneta y desayuna en estaciones de servicio pide café con leche y croisant de jamón y queso, luego?  todo vuelve a empezar. Poco, muy poco pido para tocar el cielo, playa y mar, guitarras y magia, una compañía afortunada y mi gata lavándose la cara. Tal vez mi portaminas  del 0.5.  No hay monedas, ni billetes, nada que nos corrompa el sueño dorado de la treintena. En el umbral del ecuador vital, nos resistimos a ser buenos  niños y emprendemos un último éxodo hacia la locura, conscientes de  que no muy tarde la materia nos pondrá en nuestro sitio y nos hará viejos de golpe. Mientras tanto Rock and rolL.

1 comentario:

Julia dijo...

Genial remate y hermoso sentir. Morir de amor es suicidarse con gusto, con placer. Beso grande, Pato!