El, sueña entre lobos que muerden sus tobillos.
No entienden su fibra sutil y perfumada. Cuando
abre la boca su aliento es el aroma blanco del
mundo y su voz el oxígeno de los mortales. Le
taladra el pecho tanto amor y se ha atrevido a sentir,
sin red que amortigue la caída. Su delgadez adorna
las calles dormidas y yo me pierdo entre tanta
elegancia. No hay nada mas bonito que sus labios
impresos en la taza de café, ni sus dedos anudando
el cordón de sus botas. Su mirada se pierde en el
puerto, como la estela que dejan los aviones en el
cielo limpio. Los ojos que creen haberlo visto todo
se emocionan con nuevos tesoros que brotan de
la tierra, el banjo en tus manos es como la poesía
de Hernández en invierno. Duele tanto corazón. Puedo
tocar la magia que flota en las Ramblas desde aquí y
estoy apartada, recluida en el castillo, esperando
lanzar mi trenza por la ventana, para que el valiente
venga a salvarme. La niebla me envuelve y me lleva de
viaje por la estrella dibujada en tu ojo izquierdo.
Una cajita de lata desgastada es nuestro mundo y los
hilos callejeros nuestro secreto. Un atrapasueños
gigante filtra las pesadillas y brota la fe de esmeralda.
Las eses que raspan tus dientes, son delfines jugando
en el mar, y como una niña me quedo mirando el
espectáculo. Voto por un viernes eterno, y por vino
a granel, por sueños absurdos y por tu existencia
viajera. Sigue soñando pequeño, que algún día los
lobos se cansarán de mordisquear y en cambio tu
perfume será eterno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario