Los ojos paren llanto. La pared ha empezado
a correr una maratón destino Mykonos y yo
voy a seguirle sin pensar en el regreso a
este páramo vacío.
Ella, es mucho mejor que yo, lo se, y no está
cerca para recordárselo. La admiro en silencio
y a distancia y soy una ladrona esperando su
mejor hurto.
Hay vinilos en su vida, vino y noches de poesía,
cementerios míticos, amigos cómplices y un sin
fin de sonrisas generosas, la vida se rinde ante
ella y yo viajo hacia Mykonos en busca de mar
desnudarme y dejarme ir es todo lo que quiero.
La felina ronronea mientras mis dedos dibujan
caricias psicodélicas en sus orejas y ella decide
lavarse las patas con su lengua llena de clavos
de punta. El cuero del sofá verde brilla y con
arrogancia me juzga desde su posición
privilegiada. El sol ha vuelto a desvanecerse
y ya ni en Mykonos encuentro lo que busco.
Voy a poner un anuncio clasificado en el
periódico, a ver si alguien vende lo que busco
Hoy compro y pago bien por ello.
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