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Musica.

12 de julio de 2017

Un consuelo que no sea Miami.

Bajo aquel árbol robusto y con la desazón en el cuerpo, mi trinchera era Gil de Biedma y mis soldados, la música que llevaba en el dispositivo móvil y las palabras que volaban como lo hacen las golondrinas antes de que empiece la tormenta. Pensé cuantas veces había sacrificado diminutas parcelas de mi vida para complacer a otros, y como llegado el momento, esos otros me habían dejado tirada en la cuneta y encima, alardeaban de ello. Miré al frente, suspiré y tuve la certeza de que probablemente yo había sido así alguna vez, y que la fuerza que todo lo rige con total equilibrio, me estaba devolviendo la jugada. Acepté con  agrado y cierta sabiduría. Pero sobre todo aquello, de una cosa si que estoy segura, y es que, de estas reyertas emocionales  y embestidas  premeditadas, no hacéis más que fortalecerme cada vez más, soberanos hijos de puta.
Quiero algún tipo de consuelo, quien no? Pero, siendo Cuba, que nunca venga de Miami.

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