El frío me calo los huesos y llegó mas adentro,
incluso mas adentro que la sangre
y dejé de abrigarme para abandonarme
a los días muertos.
Deje de buscarte y de soñar porque el frío
me hizo olvidarte.
Levanté la copa y vagué desnuda por el mundo
y conocí rincones y me escape de ellos
y maldije la autocompasión y el respeto.
Eche mano de las canciones que me mantenían
a flote, pero el frío las congeló y las notas fueron
copos suspendidos que bailaba el viento y que yo
perseguía en vano.
Y en algún rincón de mi frágil juicio una llama
intentaba vivir entre tanto estado sólido y físico
Días, años, e incluso siglos yermos
todo bajo un manto de polvo helado que no
consiguió apagar el fuego que en estado fetal
esperaba paciente el momento justo para
ser parido. Y fuera de todo período natural y
en la anarquía que siempre me ha pisado los
talones, el fuego simplemente apareció, y dio
un grito sordo que rompió las fronteras del mundo
para devolverme al caribe del que nunca he querido
escaparme.
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