Alguna vez oí que aburrías
miré y callé, para luego
maldecir el mal gusto en
silencio...
Y yo siempre fiel a
mi impulso
auto destructivo, te
declaro el mejor poeta
de este martes mojado
( y los tengo a puñados,
pero tu hoy mereces
toda mi atención)
Tu voz rota y desafinada
marca la frontera entre
lo genuino y el poliuretano.
Y me aferro a tu sinceridad
ósea y a esos tacos que
me ponen a mil y un poco
mas en tu Fahrenheit 451
particular.
La belleza de lo común que
taladra en centro logístico
de mi pecho, buscó y encontró
la inspiración, que viajaba a
lomos de un otoño de humedades
y frutas de temporada.
Elevaste la botella a la altura
de tu boca aquel viernes y fuimos
únicos, en una simbiosis ebria,
de sensibilidad exquisita.
Reportero de lo cotidiano,
me aportas la dosis de
bienestar exacta, para animarme
a encender el transistor y ver
las noticias que deja un
mundo en constante cataclismo.
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