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Musica.

10 de marzo de 2012

SODOMA.

Recojo los zapatos y la ropa que ha ido cayendo en
el pasillo, las ruinas y pasiones se despliegan y se
exhiben como en un museo. El decantador medio vacío 
delata una noche llena de vaivenes sórdidos y compases
sensuales que componen sinfonías inéditas que bien 
podrían llamarse Sodoma, como el cónsul al que tanto 
admiro! Sin acordes, ni compañía, intento con dignidad
espantar el aburrimiento que cada día me cala mas los 
huesos. Tiro de red, pero las personas interesantes están
tomando sofisticados cócteles en wiskerías coquetas de 
ciudades progres que debería conocer, antes de morir.
Y vuelvo a revolcarme sola y desesperada en el lodo
maldito de tus pupilas arrogantes y vuelves a tenerme
sin permiso, ni derecho. 
Suena su voz angelical mientras, arrodillada te miro
desde abajo y pareces Everest, tan lejano y soberbio.
La noche vuelve a golpear la puerta y no estoy preparada
para otra partida noctámbula, ni siquiera he cepillado
mis dientes de caballo, aunque los tacones siempre en 
guardia se alzan  imponentes junto al catre que da reposo
a nuestros cuerpos. ¿Quién sabe? Igual si me los calzo,
sea la misma diosa de anoche y después de la batalla
corra a refugiarme en el abecedario que últimamente es el 
hotel donde me hospedo en mis días grises.



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