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Musica.

14 de diciembre de 2011

BURLAS DE PURPURINA.

Acaricié el cuello de la gata y mi mano se llenó de pelos.
El aire flotante hizo lo siguiente. El vapor se escapa del
termo que nutre mi mates de mañana y dibuja elipses
en la nada, se alegraron a mis ojos ciegos. El olivo joven
se somete a la orden del viento que hoy sopla del oeste,
o del este, no lo se, jamás he sabido situarme en el  globo,
soy inservible en ese menester. No tengo vocación de
brújula.
Ayer me dio por elaborar una lista de canciones que
acompañarán a mis lecturas, porque creo de verdad que
hay músicas para cada momento y en mis mañanas de
lecturas aparecen voces "oruga" que escupen seda y
perfeccionan cada momento.
Leí un poema hace unos minutos  de una escritora de
nombre francés y me emocioné. A veces  encuentro
almas gemelas que expresan lo que yo aún no he escrito
que sienten de idéntica manera y que hablan por mi.
Consonancia, hermandad, exactitud y semejanza que
se encuentran a kilómetros de distancia, tal vez miles
y que hacen que la magia salga a bailar un vals.
La potencia nuclear de los sentimientos expresados
sobre el papel que se toca y que se arruga, es el regalo
en esta mañana otoñal de frío y de vientos inquietos.
Pájaros negros y traviesos, que un día conocí en el
bosque se pasean por los alrededores y emiten los
mismos graznidos que reconozco en los castaños y que
asocio al musgo húmedo y al verde ocre de los robles.
Sonidos que me hacen recordar, que traen olores que
que se quedaron en mi y que morirán conmigo.
El muñeco de nieve lleno de purpurina, me apunta con
su nariz puntiaguda y me juzga desde la altura de la mesa
seguro que se está riendo de mi, pero no me importa, se
encajar sus burlas de plástico; en enero estará metido en
una bolsa de plástico en el desván, y tardará un año entero
en volver a ver la luz, entonces se volverá a reír de mi y ....
la rueda volverá a girar.
Extraño la niñez, tan solo por volver a tener esa percepción
de todo, la navidad ya no es como entonces, las bolas brillan
menos y el árbol ha menguado, mis ojos de niña le veían
gigante entonces. Las personas también empequeñecen y
reciben el título de piojos de posguerra.
El reloj hace foofting y me limita. Limita mis tiempos y mis
dedos sobre el teclado.
A la tarde tengo una cita con Goethe.

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