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Musica.

18 de noviembre de 2022

SÍNDROME DE STENDHAL

No es imprescindible estar en Florencia, para que el cuerpo experimente esos síntomas inequívocos que provoca el choque frontal con la belleza. Hay también hermosura en una figura papirofléxica, en unos pétalos de rosa secándose en las páginas de un libro favorito, y también en una melodía. Todo ello, puede provocarte taquicardia, mareos y vértigo, sin haber sacado un pie de casa. 

A veces, me pasa que tengo la necesidad inmediata de escribir sobre lo que me hace vibrar y "Versos entre trincheras" me hace vibrar muy alto. Recuerdo haber ido en busca de mis auriculares de diadema (un artefacto muy aparatoso) pero sumamente efectivo, si lo que buscas es captar todos los detalles. Enlazo dispositivos y me abro con humildad, a ese universo majestuoso donde melodía y lírica se aman salvajemente para crear magnas galaxias. Los dedos recorren las teclas del piano y una voz privilegiada, y rota por momentos, se apodera del espacio - tiempo. No pasan muchos segundos, hasta que los redobles y el sonido sordo y grave se fusionan en una canción, que consigue ponerme los pelos de la nuca de punta. La sangre me recorre el torrente sanguíneo a otro ritmo, que está muy lejos de ser el habitual. 

Las trincheras, la confesión íntima y urgente, la osadía de entregarse sin miedos a la caída sin red que te salve del desplome, es quizá la esquizofrénica complicidad que siento con esta canción. Mi pasión por hilvanar palabras para dar sentido a la existencia hueca que experimentamos día tras día, y que adormecemos con lo que se nos ocurre o con lo que mas a mano tenemos. Yo, me hundo en la nostalgia y dejo que me lleve hasta las profundidades más oscuras. Allí me sacude, me revuelca, me entierra en el fango y me hace doblegarme, me arrodilla, y yo le entrego mis lágrimas y con la sal que desprenden, voy reflotando a la superficie. En el ascenso, poco a poco voy dejando lo opaco y a medida que subo, se van viendo los destellos que la vida siempre se guarda en la manga. Es en esos instantes, cuando agradezco los nuevos amaneceres, las gotas de lluvia fría en la cara, hasta el dolor que me persigue últimamente como una sombra macabra y persistente, porque en todo ello, veo que seguimos aquí, vivos, jodidos, espectantes, e intentando encontrar nuestro camino, en esta maraña de autopistas, que es la vida. 

Que esas trincheras nos salven del tedio y del miedo, y nos cobijen, cuando las bombas estallen demasiado cerca.

 Fue un lunes tres de octubre, y yo, fui víctima del síndrome de Stendhal...

https://open.spotify.com/album/1tw0v0curct6YZNpYt2om1

2 comentarios:

Bety dijo...

No tengo palabras, se quedaron escondidas en esas trincheras de la canción, no consigo que mis dedos expresen en el teclado lo que pasa por mi cabeza después de leerte. ¡¡¡PRECIOSO!!!

Patricia dijo...

Gracias, Bea!

Un placer leerte.