MICROFANTASÍAS.

Paramos el reloj del mundo cuando decidimos recorrernos. Descubrimos los lunares y los botones que abrían las compuertas de los ríos corporales. Me susurraste sin elegancia palabras sucias y abrí mis piernas sin condiciones. Agotamos los jadeos de las estanterías del deseo y aburrimos al amanecer con nuestros poemas físicos, que escribimos sobre sábanas revueltas y calientes.
Tus ojos hambrientos buscaron a los míos y  por un segundo eternos nos vimos flotando en una flamante galaxia...