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Musica.

6 de junio de 2011

ALAS DE LIBÉLULA.

Mira su boca de marfil y sueña sus labios durante cien días en 
carreteras secundarias que conducen a un desierto gélido y 
cristalino.
La desnudez de sus ojos despierta el pudor de su alma y juntos
recorren las curvas de los huesos blandos que forman su esqueleto
endeble y tembloroso. Un cielo púrpura les regala una ráfaga vertical
de colores punzantes, que atraviesa sus ojos hasta dejarles ciegos,
pero aún sin vista, sus manos me cuentan que la lluvia no moja cuando 
la húmeda respiración extingue mezquinamente el aliento. 
Una soledad vertiginosa envuelve el mundo hoy y como en el orgasmo, 
los músculos se contraen hasta el dolor. Un gemido universal llega 
desde quien sabe donde y adormece el canto de los pájaros, pero el 
silencio dura unos pocos segundos, hasta que una libélula vuelve a dar 
sonido y forma a la vida con su alas frágiles y excitadas.
La vida tiene un extraño sabor a vidrio a veces y la lluvia vuelve a 
sorprenderme sin paraguas.

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