La vida llegó a tener fecha de caducidad y decidiste ser paloma, paloma blanca que se funde con el viento. El aire puro acarició tu cara y al polvo, que es de donde venimos y es en lo que nos convertimos. La risa se hizo llanto y la alegría desdicha, la ilusión era una mancha gris ya lejana y el reloj jamás dejó de marcar los segundos, segundos que ya no te pertenecían ni te importaban. La vida de pronto se volvió un domingo lluvioso lleno de tedio y decidiste ser alondra, alondra que busca la brisa como un girasol busca los rayos del astro rey. La vida dejó de ser una  orquídea blanca y se marchitó como se marchitan los sueños en una carretera secundaria. Tu corazón se convulsionó y contagió a los nuestros que incrédulos te despidieron ayer en una tarde cálida con flores rosadas y lágrimas cristalinas.

Vuela alondra, vuela y encuentra tu nuevo hogar en las llanuras de la paz.