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Musica.

13 de enero de 2011

RECUERDA, BIGOTES DE GATO.

Camino de un lado a otro sin saber a donde voy me paseo por la cocina,
lo observo todo pero no encuentro nada interesante que hacer, abro la
puerta y salgo hacia otra estancia, las piernas me llevan a ningún sitio,
pero luego mi cerebro reacciona y me da la orden de girar y dirigirme
a mi guarida, siempre acabo ahí, allí atesoro casi lo mas importante,
mi música y mis libros, allí las palabras flotan en el aire y puedo atraparlas
cuando yo quiero, ordenarlas o ubicarlas a mi antojo o incluso traficar con
ellas, allí todo es posible, todo lo que pienso y siento  se materializa allí, 
suena la  música que me gusta oír y allí tengo todo lo que necesito y lo que
me hace realmente feliz. pero la felicidad es algo escurridizo algo que se
cuela entre los espacios muertos de los dedos, pero resulta que todo el
mundo la busca y corre con desesperación detrás de ella, y todos ellos
están engañados, la felicidad está en la cabeza de un alfiler, en el agujero
de un botón de camisa escocesa, en la punta  del bigote de un gato,
en una mota de polen, incluso en una gota de lluvia, pero de manera
extraña mitificamos la felicidad y así la magnificamos pensando que
es un gran gigante que ocupará nuestra alma y nuestro cuerpo como
un Goliat que nos aplastará y  pasamos por alto la existencia, de ese
bigote de gato o la cabeza de ese alfiler que nos une a los trozos de
tela que nos engancha a la vida. Nos pasamos la existencia corriendo
detrás de un tren que no es el nuestro, nuestro tren está a punto de
salir y se encuentra justo en el andén de enfrente, pero has de darte
prisa si no quieres perderlo, su ruta está ya fijada y no admite retrasos.
Escucha, ya suena el aviso, se esta echando a andar, puedes oir el ruido
metálico de sus ruedas sobre las vías???

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